domingo, 22 de julio de 2012

"Honra a quien Honra"

Uno de los principales conflictos interiores del hombre, y la Humanidad, es humillarse para reconocer y ofrendar a otros la honra debida a su superioridad. La misma palabra "superioridad" ya despierta en las personas más que reverencia, respeto, admiración, miedo y desconfianza.

Todos somos diferentes unos de otros, por tanto, todos y cada uno de nosotros es inferior a otros en algo, y superior en otros aspectos.

Hay dos formas de ser inferior y superior, pero ahora me enfocaré al aspecto de la superioridad, apenas:

1. Se es superior por Posición;
2. Y también por Valor.

Un padre o madre puede no tener en Si todo el valor que debe, pero eso no le quita el lugar, la posición de padres, por lo que los hijos siempre deben honrarles como tales. Ellos siempre serán superiores a uno, en posición, aunque no en valor.

Además, la Biblia manda a los padres criar a los hijos en disciplina y OBEDIENCIA. Una vez que ellos los han entrenado por las disciplinas y en la obediencia, ya no tienen más el valor que les cualifiquen para seguir ejerciendo autoridad sobre los hijos, pero sí mantienen la posición, por eso que el honrarlos seguirá siendo un deber de los hijos.

Mencioné VALOR en dos sentidos. Sí. Está el valor intrínseco, y el valor extrínseco. Valor Intrínseco: El primero, dice respecto a las cualificaciones que los tales tengan para disciplinar y enseñar a obedecer; si ellos mismos no son obedientes a Dios y no cultivan las cualidades divinas y humanas elevadas, sin pecado, como en la vida humana de Cristo, carecerian de autoridad sobre los hijos. Valor Extrínseco: El segundo aspecto de valor, está en el hecho de haber cumplido su deber en tiempo. Ya sea por descuido o por ignorancia, o por imposibilidad real, los padres pueden haber no ejercido debidamente su deber de disciplinar y admonestar a los hijos en tiempo, y cuando ven, ya es tarde, entonces, carecen del valor para hacerlo; no poseen la propiedad o los elementos o la lógica y la razón para interferir para bien en la vida de sus hijos. En este caso, lo único que les queda es amar como no lo hicieron antes, aconsejarlos, orar por ellos, y bendecirlos.

Honrar al padre y a la madre, en el caso del hijo bajo su tutela, es, además de darles honra, también escucharlos, obedecerles y seguir fielmente sus enseñanzas. Una vez criados, honrarlos es vivir y hacer las cosas de tal manera que ellos puedan sentirse orgullosos de que sus hijos siguen el buen camino, sin dejar de amarlos, lo que implicaría "comprenderlos" en sus fallas cometidas, y en sus virtudes (= Valor) y por su Posición.

Y ya maduros, los hijos no pueden dejar de amar a los padres, honrarlos con el respeto debido, pero ya deben asumir la posición de padres (con hijos o sin hijos), haciéndose respetar también ellos, y compartiendo enseñanza y corrección en amor y con respeto, considerando que ellos ya no pueden ejercer la funsión de corregir, disciplinar y admonestar a sus hijos, menos aún a los nietos, hijos de sus hijos, y que tampoco comprenden adecuadamente el contexto actual, y también no les pertenece ejercer el Valor Extrínseco sobre ellos (1a. Tm.5:1-3).

Los padres siempre serán "superiores" a los hijos, en posición, pero no siempre en valor intrínseco o extrínseco.

Mientras que los hijos, una vez "criados", y si maduran y casan cumpliendo con Dios y las Leyes de la Ciudadania en que viven, se transforman automaticamente en padres, y ocupan ese lugar o posición, aunque no tengan hijos, por estar en la posición de generadores de vidas, y consecuentemente, salen de debajo de la tutela de sus padres para iniciar ellos mismos, ahora, el nuevo ciclo de la Paternidad.

Ahora sus padres deben también aprender a honrarlos como a padres, y tampoco dejan de merecer honra por su posición como tales.

Dicho de otra manera, la "superioridad" no es un estado permanente sino FUNCIONAL, es decir, según el momento y la cualificación en que se viva, uno asume superioridad o inferioridad en el sentido de la autoridad divina delegada.

Por último, donde surge un nuevo matrimonio correctamente constituído, la posición de los padres como tales no cambia, pero la situación grupal, que cambió, obliga a que ellos se sometan al matrimonio que asumen la posición de padres, mientras sus padres bajan a la condición de abuelos, que deben ocuparse más en orar y amar, y abandonan su antigua función que iba hasta criar a los hijos, que es la de disciplinarlos y admonestarlos en el camino del Señor.

Así como a muchos hijos les es de extrema dificultad obedecer a los padres, es comun que a los padres les cueste dejar de insistir en mantener un papel que ya no existe, una vez que ya criaron a sus hijos y mucho menos cuando ellos se casan y viven dentro de las reglas divinas y humanas que bendicen al matrimonio, sea que tengan o no hijos.    

Encerrando este resumen. Ninguna honra puede ser negada, a quien se deba darla, pero toda vez que desde arriba se requiera perpetuidad de obediencia, esto es abuso de autoridad y autoritarismo, e si desde abajo se decide continuar obedeciendo de manera irrestricta e irreflexiva, o en conflicto con las nuevas autoridades sobre uno, o rebajando o anulando estas, por mantenerse sujetos a la antigua, esto es servilismo infantil, arbitrário, absurdo, enfermiso e muy dañino para los tres o más lados relacionales.  

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